Reflexiones sobre la Guardia Civil, la clase política y la memoria democrática
El victimismo como estrategia política, policía y democracia: un reflejo incómodo
Rasgándose las vestiduras y victimizándose de forma teatral, la clase política de este país intenta ganar la guerra del relato y poner en el centro del debate nacional la cuestión de estar siendo sometida a un supuesto trato injusto e ilegal por parte de la UCO, esa unidad de élite de la guardia civil que trae de cabeza a más de uno.

No seré yo quien defienda a quien no me ofrece garantía alguna de equidad y defensa del interés público, y sé de lo que hablo, pero tampoco me solidarizaré con quien ha hecho clara dejación de funciones y , como suele suceder en estos casos, el monstruo termine devorándole. Y me explico:
Beristain en su “Ética policial”, viene a decir aquello de: “dime qué policía tienes y te diré que democracia has alcanzado”. Y pese a los muchos panegíricos que se vierten sobre nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad, el déficit democrático y organizativo es ostensible, y me sigo explicando.
Mientras en Europa se ha entendido que la solución de los servicios policiales pasa por dirigir los esfuerzos hacia una filosofía comunitaria que acerque policía y sociedad, en España se ha apostado por un modelo de “unidad especial, bota alta y fusil de asalto”. Quizás debido a que nunca se llegó nunca a romper los puentes que unían a los cuerpos policiales con la dictadura, y así alardeaban de ello quienes protagonizaron las más tristes páginas de represión y violación de derechos humanos, y prueba de ello las palabras de Genuino Navales, el famoso policía torturador de la brigada político social barcelonesa espetó a una de sus víctimas: “yo soy un policía profesional con Franco, seré policía profesional con la democracia, y lo seré cuando lleguen los tuyos” .
Y así ha sido. La tibieza de todos los gobiernos habidos en democracia para arrojar por el sumidero los restos del franquismo policial ha sido una constante. UCD no pudo debido a que centró todos sus esfuerzos en el texto constitucional y una incipiente democracia que supuraba por todos sus poros. El PSOE que llegó con la promesa del cambio, y que tuvo en Carlos Sanjuan a un ministro en la sombra que elaboró un extenso documento en el que se recogían las profundas reformas que se llevarían a cabo tras la llegada al poder, cedió ante la presión de los ex miembros de la brigada político social que se habían reconvertido de la noche a la mañana en portavoces del estamento policial, destacando entre los más furibundos opositores a cualquier reforma un joven inspector de policía de nombre José Manuel Villarejo. Ese policía de cámara de la derecha española que se le oye decir en varios audios cómo ha manipulado investigaciones, creado pruebas falsas contra opciones políticas de izquierda, etc.
Hasta tal punto llegó a cambiar su hoja de ruta el PSOE , que en el acto de entrega de despachos a una nueva promoción de policía al que había sido invitado José Barrionuevo, (el sustituto de bajo perfil de Carlos Sanjuán) una vez ganadas las elecciones, pero no hecho todavía el traspaso de poder, cuando el ministro saliente de UCD, en un acto de cortesía le cedió el micrófono para que se presentase a quien iban a ser sus subordinados, sus primeras palabras fueron; y cito textual: “no queremos rectificar el rumbo…sino mejorar lo mucho y bueno que se ha hecho” . No sé a qué se estaría refiriendo el futuro ministro socialista, porque por aquellas fechas varios eran los escándalos que sacudían a la policía y la guardia civil española: desde guardias civiles que habían sido condenados por ultraderechistas; muertes en comisaría como la de Arregui y por lo que fueron condenados por torturas varios policías; no menos de 132 ciudadanos muertos a manos de las fuerzas y cuerpos de seguridad en lo que se conoce como gatillo fácil, en algunos casos jóvenes de 15 años o bebés como el caso de Valmojado; o la muerte de jóvenes manifestantes que reclamaban más recursos para la educación pública universitaria. ¿Van entendiendo mis razonamientos los lectores?
No es ajena la Guardia Civil a oscuras tramas políticas, y si no recuerden el caso de la “gestapillo” , donde varios guardias que trabajaban en la Comunidad de Madrid realizaron espionajes políticos dentro del partido popular a Alfredo Prada y Manuel Cobo , en esos momentos los más encarnizados rivales de Esperanza Aguirre, que soñaba con liderar un partido en horas bajas. Prácticas que luego se prolongaron cuando los dos vicepresidentes de la Comunidad de Madrid, Granados e Ignacio González, entraron en guerra, y que concluyó con el encarcelamiento de unos y la imputación de otros.
A la Guardia Civil se le ha permitido todo tipo de excesos: desde menosprecios al marco jurídico: “sabes qué te digo… que me limpio a polla con la Constitución” (General de la Guardia Civil, anécdota recogida en David Ballester; “Una historia de la policía española. De los grises y conesa a los azules y Villarejo”). Palabras que llegaron a los oídos de en aquel momento secretaria de Estado de Interior, Margarita Robles, y las dejó sin corregir.
Se ha protegido con indultos a torturadores, incluso de forma repetida, como el caso del triste guardia civil que prestaba sus servicios en San Sebastián y que fue condenado en 1991 y 1995 por torturas e indultado dos veces consecutivamente para posteriormente concedérsele la medalla de plata del cuerpo.
Como comprenderán que un estamento que tiene entre rejas a un centenar de sus miembros por diversos delitos, desde narcotráfico hasta corrupción, que ha protagonizado casos como el de la gestapillo ; y que no ha puesto los medios suficientes para que un atestado con una investigación tan importante como el caso Koldo , a las pocas horas esté circulando libremente por internet, merece como poco que se dude de su imparcialidad y buen hacer. Solamente duda, no certeza, que para eso habría que profundizar más.
Para ir concluyendo y no aburrir con mis disquisiciones. Quizás si los que hoy se quejan amargamente de investigaciones prospectivas, autos no suficientemente argumentados, persecuciones políticas, y demás relatos excusatorios , hubieran actuado con diligencia y contundencia cuando las garras de las cloacas desgarraron las carnes de los “sin importancia” , me hubiera solidarizado con todos y cada uno de ellos, pero como cuando nos sucedió a los demás no tuvimos ni su amparo ni su protección, pues ha sucedido lo que el pastor Martin Möeller anunció en su famoso poema.
«Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío.
Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre»
Así que señores políticos: disfruten de lo permitido.
Artículo original en Magazine SLV: click aquí
Gabriel Trejo González, Licenciado en Historia por la UAM; experto Universitario en Criminología por la UNED, ex- inspector jefe de policía local, profesor acreditado de seguridad privada y de varias academias de policía. Ha impartido varias conferencias sobre los grupos ultras en las universidades públicas de Madrid y Navarra, sobre grupos ultras y violencia urbana, especializándose en el conflicto social y sus consecuencias, experto en violencia urbana.

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